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viernes, 18 de diciembre de 2009

Adolescentes: Cómo viven la Navidad los más grandes

Es posible que los jóvenes se quejen de la “lata” que da una reunión familiar que se repite todos los años de la misma manera. Especialmente tomando en cuenta que cada año pasa más rápido: de nuevo llega la Navidad y de nuevo hay que arreglar el arbolito, hacer el pesebre, preparar la comida y comprar regalos.
Para la psicóloga infanto-juvenil y familiar, Juanita Silva, en estos tiempos modernos “la velocidad de cambio hace que no se haya transmitido de la misma forma las tradiciones y el significado real de la Navidad. Los adolescentes no están ‘ni ahí’ con la política, ni con la religión, ni ahí con una serie de valores que para las antiguas generaciones eran importantes”.
Según la psicóloga Karen Moenne, más que la apatía, los adolescentes a medida que crecen necesitan celebrar la Navidad de una manera distinta. Por esta razón, la familia debe ir creciendo junto con la etapa vital de sus hijos. “Los adolescentes están ávidos de participar y construir significados, pero si se los siguen imponiendo y no respetando sus formas, se vuelve muy desagradable para ellos”.

Democracia no es anarquía
Para los especialistas, la apatía de la participación tiene que ver también con una falta de autoridad presente en estos tiempos. La psicóloga Ximena Arrau, especialista en terapia de adolescentes, explica que los padres se sienten incapaces de saber qué hacer y qué decirle a sus hijos, llegando al extremo de preguntarse todo y demostrar ante ellos que nada saben.
“Muestran temor frente a las drogas, el alcohol, la delincuencia y las “malas juntas”. Se cuestionan sus propios valores y creencias en pos de la excesiva comprensión, llegando a ser permisivos y extremadamente democráticos”.
La psicóloga Silva agrega en este punto que, “la familia confundió la democracia con la falta de autoridad. Entonces el ser autoritario y el poner límites está fuera de onda. Por ejemplo, los niños pasan todo el año comiendo en la pieza solos, ¿por qué en el día de la Navidad van a cambiar ese hábito?”.
Los adolescentes necesitan la autoridad y los límites porque es en esta edad que comienzan a rebelarse frente a todo. El adolescente necesita sentir rabia frente a algo concreto, necesita criticar.
Por esta razón, la declinación de la función paterna podría confundirlos al no encontrar referentes para criticar. Es obvio que un adolescente se rebele frente a una cena de Navidad, pero más confundido queda si ve que sus padres también están agresivos y agobiados en esta fecha, y no le encuentran el sentido de estar en familia.
Asimismo, hay que escuchar las necesidades propias que tienen los adolescentes. Según la psicóloga Moenne, “los papás muchas veces quieren prolongar la fantasía del viejo pascuero y mantener la celebración intacta, pero es necesario buscar otras formas de celebrar”.

La Navidad: Una exigencia para todos
No hay que olvidar que la Navidad o cualquier fecha que implica estar con la familia es exigente para todos los integrantes, adultos y niños. Existe mucha ansiedad porque hay una fuerte sensación de agradar mediante los regalos.
La psicóloga Ximena Arrau enfatiza que “es labor de cada familia y persona detenerse y reflexionar acerca de cómo ha llevado a cabo su enajenación en estas fechas, ya que el consumo sirve muchas veces para evadir la soledad, la nostalgia de las pérdidas, de las muertes y de los recuerdos de infancia. No es fácil encontrarle un sentido cuando no hay niños chicos”.
Se debe partir por pensar qué fechas son importantes para cada grupo familiar. Los días especiales están presentes en la historia del ser humano antes de que la persona nazca.
A los niños les celebran su primer año de edad sin que sepan de qué se trata. Cada familia tiene sus propios momentos especiales. Algunos desayunan juntos, otros toman once, otros ven televisión, otros hacen las tareas en conjunto.
“Si la familia tiene el hábito de compartir las diferentes actividades y los niños saben desde chicos que los domingos, por ejemplo, se almuerza en la mesa con abuelos y tíos, la Navidad no les parecerá algo ajeno”, explica la psicóloga.
También se debe tener presente que los adolescentes de padres separados suelen tener muchas dificultades en esta fecha ya que se exacerban los problemas originados por la separación.
Los padres muchas veces se los reparten y no escuchan qué quieren ellos realmente hacer. “Este tiempo es terrible para los jóvenes de padres separados porque se les remueven las lealtades. Si un año le tocó pasar la Navidad con la madre al otro puede que le toque con el padre y recaiga en él toda la culpa de abandonar a uno de sus progenitores”, recalca la psicóloga Juanita Silva.

La Navidad es para los niños. ¿Y para los adolescentes qué?
Los adolescentes están justo en la etapa en que son niños-adultos y adultos-niños, por lo tanto, la Navidad puede resultarles odiosa ya que les recuerda que hace poco creyeron en el señor de barba blanca entrando por la chimenea. Pero también les gusta recibir regalos. Por lo tanto, experimentan sentimientos encontrados.
Para acoger en su confusión a estos pequeños adultos, es importante incluirlos. Como señal Ximena Arrau, “si un adolescente se siente partícipe de la celebración, lo pasará bien porque lo harán sentirse importante. Es clave incluirlos”.
Por lo tanto, una de las maneras de motivarlos es que se sientan integrados, que sepan que es necesario que estén ahí. “Esto los hace sentirse reconocidos y no sólo como un capricho de los padres para confirmar su autoridad. Por esta razón, antes que todo, la familia debe clarificar muy bien cuál es el sentido de la Navidad para ellos. Así se puede exigir a los adolescentes sin temor a contradecirse”, agrega Ximena Arrau.
Por ejemplo, si un niño se encierra para el día de Navidad, es importante hacerle sentir que a ellos les importa que salga. “Aunque la insistencia no garantiza la participación, la diferencia puede estar en que de igual forma los padres le hicieron sentir que les hizo falta su presencia. Frases como ‘hijo, eres tan importante para nosotros que nos gustaría que estuvieras aquí’, puede transformarse en un referente”, enfatiza la especialista.
Encontrar nuevas alternativas en estas fiestas es entonces un desafío. La psicóloga Ximena Arrau enfatiza que la búsqueda es distinta en familias católicas y no católicas, “ya que en las primeras es mucho más fuerte el interés por mantener la tradición. En las otras, tal vez la tarea es buscarle un sentido y nuevas formas de celebración a estas fiestas que, en cierta manera, han sido impuestas y que todos hemos absorbido sin saber cómo ni porqué... Quizás porque alguna vez creímos en el viejito pascuero”.

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